domingo, 9 de noviembre de 2014

"De este mundo" por Victoria




Y como dijo Manuel, que lo hacía por presión, la verdad es que no he sido ajena a la misma "invitación". Así que, acá les comparto algún que otro desahogo, diario íntimo, momento serio, solitario, y también masivo.
Un momento... o varios, quizás sean en serio, quizás algo tengan de invento. Pero es para que lean, y de paso, me presento: Victoria Siloff.
Va sin foto.
De este mundo.
No era nada de otro mundo. Suponía.
Tenía miedo, estaba lastimada. Quizás hasta desviada. Sin destinos.
Dudando, hasta de mis parpadeos.
Suponía que realmente tu cariño, a modo de oferta enigmática. No era nada de otro mundo.
Te corrí de mis pensamientos.
Te borraba de mis apuntes.
No quería seguir en ese juego.
Ya estaba cansada de perder.
Amanecí, y te había soñado.
Amanecí con algo extraño en el pecho, en los brazos, y en los ojos.
Tenía la mirada triste. Ojeras azules.
Y los dedos helados.
Amanecí con una sonrisa dibujada en el espejo.
Deje pasar las horas. No era nada de otro mundo, me decía.
Tratando de convencerme. Tratando de decirme, que no era eso. Sino otra cosa.
Me ocupé de llenar el día, el sol, el viento.
Y traté de no dejarte ni un mínimo espacio ni entre mis labios que enmudecidos te llamaban.
Ni entre mis recuerdos más débiles y borrosos.
No quise encender ese sentir de la esperanza.
No quería sentir de nuevo esa desilusión empeñada en arrebatarme la poesía.
Y tuve que admitirlo al llegar la noche.
Cuando esperaba algo de vos.
Y nada había.
Tuve que admitir, que estaba esperándote.
Que nuevamente, algo crece.
Interés, intriga, curiosidad, cariño.
Tanto, en fin, quizás poco.
No es nada de otro mundo, supongo.
Pero de rompe y raje, quiero uno, o dos, o tres de tus abrazos.
Así, sin planearlo, ni poder evitarlo. Estaba recordando tus ojos.
Tu voz, tu risa.
Tu tos, tus manos.
Las poesías que salían de tus heridas.
Y así, como siempre me pasa, dieron ganas de decirlo.
Así, escondida en palabras, así. Confundida.
Dieron ganas de verte. De tenerte. De mirarte.
Porque estoy segura, de que mis faltas están en tus pasos.
De que mis aciertos, ves claros.
De que tus sentidos son certeros, de que no sos de ahorrar amor, ni desengaños.
De que sos de esos que aman. Sin más que amor, sin miedos ni complejos.
De que sos de esos que no lastiman, ni huyen.
De que sos de esos que cubren el frío con besos. Y abrazan los miedos con risas.
Y mirá che, si hay causalidades en la vida. Que yo vengo helada, malherida, y con un temor horrible a la vida.
Así que acá te espero. Escribiéndote unas cuantas razones, unas cuantas locuras.
Pa dejar de estirar las agujas.
Y de una vez, por todas, o algunas.
Amemos.
Porque después de todo. Y antes que nada, es pa lo que vinimos.
Porque el amor, no es de otro mundo.
Está acá, entre nosotros.

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