lunes, 24 de noviembre de 2014

Las ganas de gritarlo por Leo


Existen voces apagadas y tibias, voces que susurran y no se escuchan, por culpa de tener las cuerdas flojas o, peor, porque nunca fueron escuchadas. Son las voces que murmuran historias de lucha y resistencia, de amores y desamores, de resignaciones. Quieren contar miradas, abrazos y encuentros. Tienen hambre de oídos, sed de altoparlantes. Quieren ser publicadas acá y allá, a lo largo y a lo ancho. No saben como, nunca lo supieron.
Gritale a los hijos de puta de siempre
Comentan por lo bajo que estabas hermosa, ¡Solo si te animaras a gritarlo!
Gritale cuánto la querés abrazar
No tengas miedo, si vos naciste gritando ¿o no?
Gritale fuerte, con la boca abierta, que lo necesitás…y cuanto
Gritale a la noche, a esa noche que querés que sea eterna
¡Que te escuchen! ¡Aturdílos!
Gritale a los judas, a los traidores, a los enmascarados
De frente, sin pelos en la lengua, ¡gritalo!
Gritale a tus miedos, a la muerte…¡Que se vayan…bien lejos!
Gritalo a lágrima viva, en medio del llanto
No creo que te arrepientas.

lunes, 17 de noviembre de 2014

El desierto Según Maxi



Jadeando, sumido en la deshidratación, las últimas gotas de sudor recorrían su frente ruborizada por el abrasivo calor. En sus pupilas la desesperación se hacia notar, aunque su cerebro certero, lógico y cuerdo ya sabía que no lo lograría, que se hundiría, que moriría y que en pocas horas no sería mas que comida para buitres. Cada paso que daba era agonía, eran siglos de reflexiones, era certeza de que moriría, eran arrepentimientos, eran llantos y gritos.
Su cuerpo había guardado agua para sus lágrimas cargadas de odio y miedo, de locura, de delirio y de sensatez. Sus pies envueltos en llamas se hundían en las dunas impasibles y cambiantes.
Mientras avanzaba, solo veía la inmensa y omnipotente blancura desértica.
¿Seria ese su fin?, en un desierto, sin nadie a su lado que lo contenga, con su alma cargada de inmensa soledad y tristeza….
¿Se merecía alguien eso?
Sin pensarlo un segundo más cayó, decidió caer, decidió aceptarlo, decidió embeberse en su destino. Mientras caía, se daba cuenta de que no sobreviviría, esa pequeña y delgada línea de esperanza se esfumo, se desintegró y evaporó…… echó a reír como nunca antes en su vida. Las horas pasaban y su cuerpo creaba ilusiones, secretaba toda clase de hormonas con el fin de acabar con el dolor, la tristeza y el miedo.
Cayó, empapado en arena se rindió, ya solo alucinaba y esperaba, tenía todo el tiempo del mundo y del universo. en el tiempo que tenía pensó y pensó, sintió, lloró y río, y se comenzó a sentir bien, contento, feliz, satisfecho, inclusive se podía decir que se sentía realizado.
Mientras esas horas empapadas en cavilaciones pasaban se dio cuenta que no estaba solo. El porque de su situación nunca se lo cuestionó, él solo existía en ese momento y disfrutaba de estar acompañado de todas las cosas hermosas del universo. Con una sonrisa en la cara, lagrimas en sus ojos, relajación en sus músculos, iluminación en su alma, su cuerpo lenta y paulatinamente comenzó a apagarse, a sumirse en la realidad que hoy le tocaba. Sus parpados se relajaron, su ritmo cardíaco disminuyó y ya no había nada más que el y la nada., la incógnita, la duda. Y de un momento a otro, sin darse cuenta ya no estaba, solo era un recuerdo de alguien que querría recordarlo. Y se fue, realizado, contento, contenido por todo eso que no era él. Ahora sería lágrimas de otros, recuerdos de aquellos que lo quisieran recordar, o tal vez no. Tal vez nadie lo recordaría, lo más probable es que simplemente se perdiera de una vez y por todas en esa nada, diluyéndose en el zumbido del viento pasando entre las copas de los arboles, en el susurro de la oscuridad por la noche, en el rocío que inunda los pulmones de hierba fresca en las frías mañanas. En nada y todo a la vez.
Sea humilde y no se confunda, la humanidad también es prescindible.
Maximiliano banfi

domingo, 9 de noviembre de 2014

"De este mundo" por Victoria




Y como dijo Manuel, que lo hacía por presión, la verdad es que no he sido ajena a la misma "invitación". Así que, acá les comparto algún que otro desahogo, diario íntimo, momento serio, solitario, y también masivo.
Un momento... o varios, quizás sean en serio, quizás algo tengan de invento. Pero es para que lean, y de paso, me presento: Victoria Siloff.
Va sin foto.
De este mundo.
No era nada de otro mundo. Suponía.
Tenía miedo, estaba lastimada. Quizás hasta desviada. Sin destinos.
Dudando, hasta de mis parpadeos.
Suponía que realmente tu cariño, a modo de oferta enigmática. No era nada de otro mundo.
Te corrí de mis pensamientos.
Te borraba de mis apuntes.
No quería seguir en ese juego.
Ya estaba cansada de perder.
Amanecí, y te había soñado.
Amanecí con algo extraño en el pecho, en los brazos, y en los ojos.
Tenía la mirada triste. Ojeras azules.
Y los dedos helados.
Amanecí con una sonrisa dibujada en el espejo.
Deje pasar las horas. No era nada de otro mundo, me decía.
Tratando de convencerme. Tratando de decirme, que no era eso. Sino otra cosa.
Me ocupé de llenar el día, el sol, el viento.
Y traté de no dejarte ni un mínimo espacio ni entre mis labios que enmudecidos te llamaban.
Ni entre mis recuerdos más débiles y borrosos.
No quise encender ese sentir de la esperanza.
No quería sentir de nuevo esa desilusión empeñada en arrebatarme la poesía.
Y tuve que admitirlo al llegar la noche.
Cuando esperaba algo de vos.
Y nada había.
Tuve que admitir, que estaba esperándote.
Que nuevamente, algo crece.
Interés, intriga, curiosidad, cariño.
Tanto, en fin, quizás poco.
No es nada de otro mundo, supongo.
Pero de rompe y raje, quiero uno, o dos, o tres de tus abrazos.
Así, sin planearlo, ni poder evitarlo. Estaba recordando tus ojos.
Tu voz, tu risa.
Tu tos, tus manos.
Las poesías que salían de tus heridas.
Y así, como siempre me pasa, dieron ganas de decirlo.
Así, escondida en palabras, así. Confundida.
Dieron ganas de verte. De tenerte. De mirarte.
Porque estoy segura, de que mis faltas están en tus pasos.
De que mis aciertos, ves claros.
De que tus sentidos son certeros, de que no sos de ahorrar amor, ni desengaños.
De que sos de esos que aman. Sin más que amor, sin miedos ni complejos.
De que sos de esos que no lastiman, ni huyen.
De que sos de esos que cubren el frío con besos. Y abrazan los miedos con risas.
Y mirá che, si hay causalidades en la vida. Que yo vengo helada, malherida, y con un temor horrible a la vida.
Así que acá te espero. Escribiéndote unas cuantas razones, unas cuantas locuras.
Pa dejar de estirar las agujas.
Y de una vez, por todas, o algunas.
Amemos.
Porque después de todo. Y antes que nada, es pa lo que vinimos.
Porque el amor, no es de otro mundo.
Está acá, entre nosotros.

lunes, 3 de noviembre de 2014

"El problema siempre fue la idea de la reencarnación" por Manuel


Esta semana, en este espacio que sueña ser un espacio colectivo, escribe el cumpa  Manuel Lunari. El loco tiene un blog y todo se llama http://poenuncasonrio.blogspot.com.ar/.

Manuel habla de Manuel : Hago esto solo porque siento mucha presion de un tal Lukas. No me considero muchas cosas, pero si soy unas pocas. Soy estudiante de sociologia; intento ser socialista y feminista; disfruto escribir o hacer el intento...
quiero publicar esto, que se llama "El problema siempre fue la idea de la reencarnación":

Quisiera cambiar el mundo
y me vengo a enterar
que el mundo puede entrar
nada mas
que en tres palabras.
La incredulidad
me mira desde tus ojos
Nuestras manos se pierden
en fronteras de papel,
lineas rojas, inútiles, piensan hacer un pase
del banquillo imaginario
a las condiciones naturales,
y vos te negas,
mientras cruzan y juegan la diversión auto-onanista
de conocerse.
Veo la calle, afuera se prenden
televisores como si fueran fogatas
y nos asaltan docecuoteros;
Ivos Cutzaridas en cada esquina
matan un libro de historia;
Es como un loop terriblemente monstruoso
de la condición humana,
y no hay pretención del protagonista
entrando a escena
matando a los malos
rompiendo el libreto.
Demonos el refugio
de nosotros.
Estoy usando un camino
alterno,
estoy sacando cromo
de mi mente,
voy a cambiar el mundo
desde el balcón de tu clavicula.