sábado, 8 de agosto de 2009

Hetaira por Lukas del libro Alguna vez en la vida



El día se acaba, nieve negra cae del colorido cielo, las luces se encienden. Un hombre sin prisa, sin rumbo deambula por los edificios, su trabajo se acaba, sus opacos ojos están cansados, necesita paz, placer, liberarse de los papeles y abrazarse a los sentidos, su mente en ruinas debe liberar cálculos inexactos. Busca respuestas inútiles para cualquiera pero esenciales para él. Las horas laborales de Miguel se acaban, las horas de vida aparecen.
Ella acomoda su cabello rubio formando un rizado lleno de misterio, llena sus ojos negros de misterio, el maquilla resalta su mirada. Su cuerpo se perfuma con rosas de placer, su pantalón ajustado resalta sus nalgas, sus pechos esbeltos, cubiertos por una remera transparente, muestran miles de posibilidades. Durante la mañana ella duerme, durante la tarde comprende versos esenciales para el alma, al llegar la noche sus tacos marcan pasos esenciales, perfuma el alma de algunos y acaricia millones rostros olvidados. Ella, es la sabia de Grecia, la protectora de Jesús, la diosa de babilonia, ama sin preguntar, responde preguntas incontestables, Calma a los más primitivos. Los sabios la llaman Afrodita, su documento Maria, Los prósperos mercaderes prostitutas, las mujeres tristes puta, los hombres sin imaginación ramera.
Sobre un cartel de neón se lee: “Las mas bellas señoritas”. Unos vidrios negros ocultan los más oscuros pensamientos de un párroco rencoroso. Un gigantesco gorila de traje cuida la entrada, una mujer triste cobra entradas, Miguel paga sin ganas. Mujeres sin miedo, sin vergüenza a su cuerpo se abrazan y bailan sobres tubos brillantes. Otras, venden cigarros sin magia, algunas ofrecen tragos del olvido o cócteles del recuerdo. Él se acomoda en un blanco sillón de cuero, una triste canción suena en los parlantes. Millones de almas tristes se desnudan para él, eso lo tranquiliza. Un trago del olvido se pierde en su garganta, el pasado es fuerte, no funciona.
Maria se acerca a la sombra de Miguel, acaricia su pierna, observa sus negros ojos- Hola soy Hetaira- susurra Maria, que es Hetaira. Hetaira es María. Su pecho se acerca a los ojos de él. ¿Por qué tan triste? Pregunta ella. ¿Porque ese nombre? Pregunta él, siente que su cuerpo se estimula, que sus peludas manos tiemblan. Se siente importante, ella es importante para ese hombre que solo es una sombra. Una sonrisa pura se observa en sus labios pintados, responde: Las muchachas que amaban por dinero en Grecia se llamaban Hetairas- su delicado cuellos se acerca a los labios de Miguel, continua- Eran las únicas autorizadas a hablar de política, filosofía, poesía, junto con los hombres en los baños públicos- acaricia la oreja de él, continua- Eran protegidas, subsidiarias y después jubiladas por el estado. Se puede decir que fueron las primeras feministas- A mira vos, mira vos, comenta Miguel mas excitado que nervioso.
Algunos billetes se escurren de su mano, ella los recibe con cierta timidez. Ascienden por una pequeña escalera. El olor a placer, rodea los instintos del triste oficinista. La habitación es negra infinitamente negra, millones de puntos rodean las paredes, estas no son ni cortas ni largas, no son ni anchas ni angostas, no son ni altas ni bajas. En algún lugar del cuarto una cama con sabanas de seda los observa de manera cómplice. Sobre su cabecero cuelga un reloj de agua.
Ella desnuda un preservativo de su paquete, él se desnuda y se sonroja. Sus mejillas son coloradas como un tomate. ¿Por qué tan avergonzado?- pregunta divertida con cierta curiosidad.- Es que estoy tan abajo- Responde el hombre desnudo observando su cansado cuerpo. -¿Tan miserable te sentis cuando pagas por sexo? Hay gente que paga el placer con autos, joyas, palabras, lo tuyo es más directo. Todo lo que hacemos en este mundo es para tener buen sexo-. Responde ella recostándolo sobre la cama. Es que el sexo es tan vulgar, es tan humillante estar así. Responde acariciando los dorados cabellos de Hetaira, sus ojos se cierran. Ella levanta su desnudez, su gloria, da vuelta el reloj de agua, se relaja sobre el sexo de Miguel, gime un poco, continua.- Las personas maldicen al sexo porque le tiene miedo. Son capaces de asesinar a sus hijos antes que hablar del encuentro carnal de dos Extraños.- Él se sorprende frente a tan elocuentes palabras, su razón se ilumina, su cuerpo se relaja, acaricia el ombligo de Hetaira, respira, reflexiona en voz alta- Es cierto a lo mejor los grandes problemas de este mundo se deben a la falta de sexo, a la ausencia de paz carnal- Abraza la cintura de ella, observa sus senos y luego pierde su rostro, entre esas curvas redentoras- Eso es tan cierto, Hitler, Bush, los cruzados, la pedofilia, tantos horrores fueron cometidos por personas que odian el placer, la libertad, la vida, la carne. Negar el sexo seria negar al mar, imposible- Comenta ella masajeando los cabellos de Miguel. Besa sus pechos, desciende sus labios, se detienen en el lado izquierdo, lamen una pequeña mariposa tatuada, respira, siente el tacto del sexo de ella, se relaja, reposa su cabeza sobre su cintura, murmura- Somos Ulises, atados al mástil, escuchamos las sirenas pero tenemos miedo de liberarnos, de perdernos en sus cantos de placer, de morir en sus dulces y filosos brazos- Ella abre sus piernas, siente lo divino lo perfecto, continua- Creemos que la razón y el placer son opuestos. Idealizamos el conocimiento, pero despreciamos el tacto humano, nos estamos convirtiendo en tristes calculadoras parlantes.- completa ella rasguñando la espalda de Miguel. Sus uñas son pequeñas garras de inmortalidad, perdiéndose en un cuerpo cansado y golpeado por el tiempo. Las gotas de agua caen, el reloj no se detiene. Miguel entra, sale, despacio, sin apuro disfruta el momento, sus labios se pierden en sus femenino cuello. Los cabellos de ella se confunden con las sabanas, su perfume se pierde en la transpiración de él. Observa aquellas infinitas, delicadas y largas piernas, las besa, dibuja un círculo invisible en su seno izquierdo, dibuja una línea invisible en su seno derecho, los besa, respira, pregunta. No se lo importante es vivir Miguel, a lo mejor los problemas son siempre los mismos, lo que nos hace ser mejores o peores personas, es la forma en que los enfrentamos. A lo mejor todo sea un espiral- reflexiona ella dando besos en forma de espiral por el cuerpo de él- apurate que el tiempo se acaba- Esa frase marca un pasado donde el no fue, un futuro donde no será. Solo queda el presente, solo queda el y ella, la desnudez como único testigo y un orgasmo por terminar. Sus manos se mueven, se extravían, se relajan en los muslos de Hetaira, sus ojos se cierran, solo piensa en ese momento, en ese porque. La tensión, el odio, se desplazan del cuerpo de Miguel, Ella relaja su cuerpo desnudo, sueña, cierra los ojos, expulsa todo su deseo, ella lame sus dedos, Él termina. El reloj no se acaba todavía. El éxtasis del fin los rodea, la luna duerme, los infinitos puntos blancos, las negras paredes de manera lenta, silenciosa se mueven, no lo nota pero ella si.
A veces quiero escapar de toda esta locura, necesito olvidarme del deseo, de la tristeza, de la necesidad, solo quiero una caricia silenciosa, una verdad secreta- lamenta Miguel hundiendo sus dedos en la vagina de ella. El suelo se quiebra, las paredes tiemblan, esta vez lo nota. -¿Que esta pasando?- pregunta asustado. Solo algo posible para un hombre cansado, para unos ojos tristes, para unos labios ausentes de pasión. Responde Hetaira jugueteando con el pene de él. La cama tiembla, las sabanas se arrugan, ella vuelve a entrar en él. Sus ojos se cierran, disfruta el placer invisible de ella. Su vientre se mueve, despacio, rápido, muy rápido, sus pechos saltan. Miguel tiembla, algo rodea sus brazos, la cama asciende, no lo nota, su cuerpo se concentra en un nuevo orgasmo. Abre sus ojos, sus peludos brazos son cubiertos por pequeñas plantas, ella sigue gimiendo. Los puntos blancos giran, saltan alrededor de ellos. Ella se sacude, grita, se mueve sobre el confundido hombre. Las ramas rodean a los amantes, a la cama que sigue escalando hacia un cielo raso que nunca llega. Las paredes, el suelo, el invisible cielo techo son ahora una negra e infinita noche. Los círculos blancos, giran se transforman en estrellas amarillas, se alejan de ellos, se acomodan en el cielo. Debajo de la cama el gigantesco tronco sigue creciendo. La ciudad se convierte en pequeñas luciérnagas de colores formando senderos cuadrados, cuadros redondos, rostros brillosos, no entiende ella gime por última vez y desplaza su cuerpo inmortal sobre el jugo de Miguel. Observar las luces, observa el cielo, las sabanas, las ramas, el desnudo cuerpo de hetiana, no sabe si esta despierto, no sabe si esta soñando.- ¿Que es esto? Su grava garganta tiembla, su nuez de Adán vibra.- No tengas miedo Miguel. Solo observa, tal vez esta sea tu respuesta- responde acomodando su cabellera rubia.-¿ Como lo hiciste, que pa…?- No preguntes tanto burgués de poca fe. Solo vive el momento, en babilonia las prostitutas eran consideradazas divinidades.- ¿Como?- vuelve a interrogas los impulsos, las dudas de un hombre confundido- Eran diosas, Todas las mujeres debían prostituirse una vez en su vida en nombre del placer. Ellas realizaban milagros secretos, invisibles que solo conocían sus amantes. Millones de personas se salvaron, otros amaron, algunos vivieron. Todos tuvieron paz en sus instintos, en sus ideas, en sus sueños. Explica ella limpiando su rostro.
- ¿Que hago?- pregunta Miguel, con cierta curiosidad, con cierto miedo, con cierta inquietud espiritual. -Solo mira- Responde hetiana acariciando la espalda de él. El entusiasta hombre, observa, el cabello, los ojos, la nariz, los labios, los senos, el ombligo, el tatuaje, la vagina, las sabanas, las ramas, el cielo negro, las luces. Encuentra una ciudad, personas amantes de las mascaras, mujeres con dudas, niños llorando, adolescentes deseosos de algo que no llega, personas maduras que ya no esperan, ancianos recordando algo que nunca fue real. Una biblioteca, libros ardiendo en el olvido, todas las letras, las que existieron, las que están, las que todavía no nacieron, encuentra todas las palabras, esas que ya no son, las que todavía viven y algunas que ansían llegar, aparecen todas las lenguas, ninguna esta muerta, todas hablan, todas se confunden y se pierden. Escucha, observa una guitarra desafinada, una voz afónica, ojos miopes, anteojos destrozados. Siente descubre, una pelota desinflada, una vida agotada, un pasado ajeno, una película vieja en su mente, una lapicera sin tinta, un caballo sin vida, un hombre perdido en una bufanda, un perro orinando, un violinista sin música, un sombreo sin cabeza, un plato sin comida. Su mirada se pierde en una autopista sin llegada, una avenida sin postes de luz, sin lámparas, un auto sin ruedas, un círculo sin auto. Tiembla frente a un asesino de la paz, frente a un general enemigo de la libertad. Se conmueve con una mujer transpirando, con un niño naciendo, con un anciano muriendo, con una muchacha llorando, con un amor que se escapa, con una persona que no encuentra, con un café caliente, con una mesa rota, con una niebla sin luz, con un parlante sucio, con una cerveza sin maní. Sus pupilas se marean, cierra sus ojos, los abre, haya un retrato sin personas, un hombre sin rostro, un cuerpo sin penas, un corazón cerrado, un corazón lastimado, una llave sin dueño. Disfruta del asfalto, de las líneas amarillas de la calle, de un poste con cables cruzados, de un nido sin vida, de una electricidad sin nadie. La cama sigue ascendiendo, la civilización desaparece, un nuevo cielo nace, la estrellas bailan alrededor de él, se alejan forman una rosa cósmica, las nubes son espumosas y cómodas, alguien duerme sobre ellas. Un jardín sin suelo, un barranco sin precipicio, una mariposa color arco iris se crean en el cielo acolchonado. Nunca quiso saber tanto pero ahora es un viajero espiritual, descubre los amaneceres, los atardeceres simultáneamente. El amazonas grita en América del sur, la soledad rodea a América central, una tormenta se acerca a América del norte, un viento calido sopla en Europa, el sol se esconde en Asia. Sobre el gigantesco azul, los peces nadan, una ola muere en la arena, la bruma acaricia la arena, un cangrejo camina hacia atrás en la extraña Oceanía. Su piel tiembla en los glaciares del ártico, sus huellas se confunden con la arena del Sahara, sus manos se cansan en los andes, prueba el Nilo, abraza el gran cañón. Los árboles caen, los arbustos se desvanecen, el agua se calla, el mundo ahora solo es azul, solo es verde, solo se forman dos colores armónicos. Miguel se desvanece, sus ojos se cansan, sus pestañas no quieren volver a abrirse, Hetiana lo tranquiliza, besa su oído, lame sus ojos, él se concentra, respira un aire violeta que no existe y observa que la tierra ahora es una pequeña moneda, sobre su lado izquierdo encuentra a Venus ardiendo, a mercurio liso, y poderoso como una inmortal piedra, del lado derecho descubre las rojas, muertas, sabias y solitarias arenas de Marte, una estrella sin luz llamada Ceres, los colores de Júpiter forman caminos infinitos, el anillo de Saturno emite un contaste y dulce perfume, Urano cubre su desnudez pura con delicados anillos, Neptuno es una gigantesca gota de agua, el viento helado de Plutón lo protege. Los planetas se desean, se encuentran, se desencuentran, se odian pero nunca se chocan. El sol baila, coquetea con la luna, son amantes silenciosos. La cama desaparece, el tronco se quiebra, hetiana es un sueño lejano, pero él descansa sobre una pequeña estrella, Sus dedos se encojen, sus manos se acortan, sus brazos ya no son tan largos, sus flacas piernas ahora son pequeñas y gorditas. Sus opacos ojos brillan, su cabello crece, sus arrugan desaparecen. Ahora es un niño, sin alcohol, sin cigarros, sin drogas, sin sexo, sin ropa, sin perros, sin ciudades, sin personas, sin letras, sin barreras, sin lenguas, sin sombrero, sin bufanda, sin violinista, sin anteojos, sin calles, sin deseos, sin voces, sin pelotas, sin juguetes, sin música, sin calles, sin luces, sin mares, sin montañas, sin selvas. Algunas caricias invisibles rodean su pequeña alma. Una revolución espiritual surge en su mente. Su opaca vida ya no tiene colores, solo algo que necesita. Es un niño desnudo que ya no recuerda quien fue, vuelve a ver un universo confuso pero cono ojos inocentes.