martes, 12 de junio de 2012

Un tal Lucas (Julio Cortárzar)








Algunas cositas del libro Un tal Lucas de Juilo Cortárzar




Lucas, sus lustradas 1940

Lucas en el salón de lustrar cerca de Plaza de Mayo, me pone pomada negra en elizquierdo y amarilla en el derecho. ¿Lo qué? Negra aquí y amarilla aquí. Pero señor. Aquípones la negra, pibe, y basta que tengo que concentrarme en hípicas.

Cosas así no son nunca fáciles, parece poco pero es casi como Copérnico o Galileo,esas sacudidas a fondo de la higuera que dejan a todo el mundo mirando pal techo. Esta vezpor ejemplo hay el vivo de turno que desde el fondo del salón le dice al de al lado que los maricones ya no saben qué inventar, che, entonces Lucas se extrae de la posible fija en lacuarta (jockey Paladino) y casi dulcemente lo consulta al lustrador: La patada en el culo ¿teparece que se la encajo con el amarillo o con el negro?

El lustrador ya no sabe a qué zapato encomendarse, ha terminado con el negro y nose decide, realmente no se decide a empezar con el otro. Amarillo, reflexiona Lucas en vozalta, y eso al mismo tiempo es una orden, mejor con el amarillo que es un color dinámico y entrador, y vos qué estás esperando. Sí señor en seguida. El del fondo ha empezado a levantarse para venir a investigar eso de la patada, pero el diputado Poliyatti que no por nada es presidente del club Unione e benevolenza, hace oír su fogueada elocución, señores no hagan ola que ya bastante tenemos con las isóbaras, es increíble lo que uno suda en estaurbe, el incidente es nimio y sobre gustos no hay nada escrito, aparte de que tengan en cuenta que la seccional está ahí enfrente y los canas andan hiper estésicos esta semana después de la última estudiantina o juvenilia como decimos los que ya hemos dejado atrás las borrascas de la primera etapa de la existencia. Eso, doctor, aprueba uno de los olfas deldiputado, aquí no se permiten las vías de hecho. El me insultó, dice el del fondo, yo me refería a los putos en general. Peor todavía, dice Lucas, de todas maneras yo voy a estar ahí en la esquina el próximo cuarto de hora. Qué gracia, dice el del fondo, justo delante de la comí. Por supuesto, dice Lucas, a ver si encima de puto me vas a tomar por gil. Señores,proclama el diputado Poliyatti, este episodio ya pertenece a la historia, no hay lugar a duelo, por favor no me obliguen a valerme de mis fueros y esas cosas. Eso, doctor, dice el olfa.

Con lo cual Lucas sale a la calle y los zapatos le brillan cual girasol a la derecha y Oscar Peterson a la izquierda. Nadie viene a buscarlo cumplido el cuarto de hora, cosa quele produce un no despreciable alivio que festeja en el acto con una cerveza y un cigarrillo morocho, cosa de mantener la simetría cromática.



Lucas, sus largas marchas

Todo el mundo sabe que la Tierra está separada de los otros astros por una cantidadvariable de años luz. Lo que pocos saben (en realidad, solamente yo) es que Margarita estáseparada de mí por una cantidad considerable de años caracol.

Al principio pensé que se trataba de años tortuga, pero he tenido que abandonar esaunidad de medida demasiado halagadora. Por poco que camine una tortuga, yo hubieraterminado por llegar a Margarita, pero en cambio Osvaldo, mi caracol preferido, no me dejala menor esperanza. Vaya a saber cuándo se inició la marcha que lo fue distanciandoimperceptiblemente de mi zapato izquierdo, luego que lo hube orientado con extremaprecisión hacia el rumbo que lo llevaría a Margarita. Repleto de lechuga fresca, cuidado yatendido amorosamente, su primer avance fue promisorio, y me dije esperanzadamente queantes de que el pino del patio sobrepasara la altura del tejado, los plateados cuernos deOsvaldo entrarían en el campo visual de Margarita para llevarle mi mensaje simpático;entre tanto, desde aquí podía ser feliz imaginando su alegría al verlo llegar, la agitación desus trenzas y sus brazos.

Tal vez los años luz son todos iguales, pero no los años caracol, y Osvaldo hacesado de merecer mi confianza. No es que se detenga, pues me ha sido posible verificar por su huella argentada que prosigue su marcha y que mantiene la buena dirección, aunqueesto suponga para él subir y bajar incontables paredes o atravesar íntegramente una fábricade fideos. Pero más me cuesta a mí comprobar esa meritoria exactitud, y dos veces he sidoarrestado por guardianes enfurecidos a quienes he tenido que decir las peores mentiraspuesto que la verdad me hubiera valido una lluvia de trompadas. Lo triste es que Margarita,sentada en su sillón de terciopelo rosa, me espera del otro lado de la ciudad. Si en vez deOsvaldo yo me hubiera servido de los años luz, ya tendríamos nietos; pero cuando se amalarga y dulcemente, cuando se quiere llegar al término de una paulatina esperanza, es lógicoque se elijan los años caracol. Es tan difícil, después de todo, decidir cuáles son las ventajasy cuáles los inconvenientes de estas opciones.


Cazador de crepúsculos

Si yo fuera cineasta me dedicaría a cazar crepúsculos. Todo lo tengo estudiadomenos el capital necesario para la safari, porque un crepúsculo no se deja cazar así nomás,quiero decir que a veces empieza poquita cosa y justo cuando se lo abandona le salen todaslas plumas, o inversamente es un despilfarro cromático y de golpe se nos queda como unloro enjabonado, y en los dos casos se supone una cámara con buena película de color,gastos de viaje y pernoctaciones previas, vigilancia del cielo y elección del horizonte máspropicio, cosas nada baratas. De todas maneras creo que si fuera cineasta me las arreglaríapara cazar crepúsculos, en realidad un solo crepúsculo, pero para llegar al crepúsculodefinitivo tendría que filmar cuarenta o cincuenta, porque si fuera cineasta tendría lasmismas exigencias que con la palabra, las mujeres o la geopolítica.

No es así y me consuelo imaginando el crepúsculo ya cazado, durmiendo en sularguísima espiral enlatada. Mi plan: no solamente la caza, sino la restitución delcrepúsculo a mis semejantes que poco saben de ellos, quiero decir la gente de la ciudad queve ponerse el sol, si lo ve, detrás del edificio de correos, de los departamentos de enfrente oen un subhorizonte de antenas de televisión y faroles de alumbrado. La película sería muda,o con una banda sonora que registrara solamente los sonidos contemporáneos delcrepúsculo filmado, probablemente algún ladrido de perro o zumbidos de moscardones, consuerte una campanita de oveja o un golpe de ola si el crepúsculo fuera marino.


Por experiencia y reloj pulsera sé que un buen crepúsculo no va más allá de veinteminutos entre el climax y el anticlimax, dos cosas que eliminaría para dejar tan sólo sulento juego interno, su calidoscopio de imperceptibles mutaciones; se tendría así unapelícula de esas que llaman documentales y que se pasan antes de Brigitte Bardot mientrasla gente se va acomodando y mira la pantalla como si todavía estuviera en el ómnibus o enel subte. Mi película tendría una leyenda impresa (acaso una voz off)
dentro de estas líneas:«Lo que va a verse es el crepúsculo del 7 de junio de 1976, filmado en X con película M y con cámara fija, sin interrupción durante Z minutos. El público queda informado de quefuera del crepúsculo no sucede absolutamente nada, por lo cual se le aconseja proceder como si estuviera en su casa y hacer lo que se le dé la santa gana; por ejemplo, mirar elcrepúsculo, darle la espalda, hablar con los demás, pasearse, etc. Lamentamos no poder sugerirle que fume, cosa siempre tan hermosa a la hora del crepúsculo, pero las condicionesmedievales de las salas cinematográficas requieren, como se sabe, la prohibición de esteexcelente hábito. En cambio no está vedado tomarse un buen trago del frasquito de bolsilloque el distribuidor de la película vende en el
foyer».

 Imposible predecir el destino de mi película; la gente va al cine para olvidarse de símisma, y un crepúsculo tiende precisamente a lo contrario, es la hora en que acaso nosvemos un poco más al desnudo, a mí en todo caso me pasa, y es penoso y útil; tal vez queotros también aprovechen, nunca se sabe.



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