sábado, 31 de mayo de 2008

mil globos, Dalí y las mujeres



Gloria al imperio

Es viernes son las siete de la mañana, Maxi y Joaquín deambulas por las ruidosas calles de Córdoba buscando música, alcohol y un poco de amor. Pablo duerme en una cama que no conoce, con dos mujeres que no entiende, Tony ama a una muchacha de ojos claros y lengua extraña. Yo estoy en un balcón desconocido tomando un café extraño, mientras en el cielo, observo algo extraño pero esperado, levanto mi mano. Martín abre los ojos, abraza a una princesa comunista y mira entonces descubre lo impensable, pero esto comenzó un jueves a la noche.
Esperé el distante colectivo de la existencia, al llegar un chofer, de orejas extrañas, recibió mi cospel. Busque asiento en el fondo, sobre la ventana observé como todas aquellas luces eternas (de la ciudad) se desvanecían lentamente a medida que la velocidad aumentaba.
Toco el timbre, sobre la avenida, las estrellas se apagan por la insípida frialdad de la ciudad. Lentamente camino Hacia el hostel, mis pasos cansados llegan y abren la puerta. El lugar es extraño las paredes son amarillas y verdes. Uno loros de color violeta cantan canciones de Gardel mientras un recepcionista con rastas subversivas me saluda con una felicidad sospechosa y me señala con su dedo hacia el patio.
Sobre el comedor babel fracasó, miles de lenguas extrañas intercambian ideas, entre copas de vino y platos de carne, saludo a todos con un ‘’holahellow’’ bizarro y finalmente llego a la puerta del patio allí, una escalera me separa del encuentro con mis camaradas de la república separatista de Miramar.
El paisaje del patio es poético, Martín gira alrededor de la pileta, inflando globos, gritando gloria, al imperio al mismo tiempo, pablo acomoda las botellas de alcohol formando un barco sin rumbo. Maxi habla sobre un dictador argentino mientras bebe, con una elegancia erudita, una copa de vino. Tony prepara el asado con la gracia de un chef y Joaquín caza musas extranjeras con su guitarra.
Maxi deja sus discursos bizarros y me abraza heroicamente. Martín me saluda con la elegancia de un general mientras Pablo y Tony me ofrecen un cigarro y un vaso de fernet. Joaquín con su guitarra canta canciones a una muchacha que nunca degusto un chori pan (que poco ha vivido).
La cena esta servida los idiomas empiezan a mezclarse con el vino y el asado. Joaquín habla de la bohemia, la vida, la sensibilidad. Maxi convence a una canadiense ingenua que un determinado presidente argentino salvo el país. Martín y yo intercambiamos ideas revolucionarias. Tony empieza a observar a aquella muchacha de un país extraño. Pablo observa las estrellas al mismo tiempo que bebe una copa de daiquiri.
La comida se ha terminado el alcohol sigue fluyendo europeos extraños empiezan a acercarse a nuestra mesa, las estrellas están cada vez mas cerca, el glorioso calor de marzo ilumina el momento.
Martín sigue inflando globos mientras observa con cierta pasión sutil a un par de alemanas ambiguas. A maxi se le empieza a trabar la lengua, pablo comienza a observar a dos suecas misteriosas, tony intenta hacer chistes en un ‘’españolingles’’ interesante a la muchacha de ojos trasparentes. Joaquín relata historias magnificas con su guitarra, todos lo escuchan con cierta admiración. Yo solo observo.
Maxi con la inocencia de un poeta se acerca a una muchacha dinamarquesa y entre movimientos con la mano y palabras desconocidas intenta iniciar una conversación. Pablo con una mano sostiene una botella de sidra y con la otra, baila con las muchachas suecas. Gritos sordos de un edificio intentan acabar con la fiesta.
Me acerco hacia Martín, escucho como resume veinte años de historia universal en un alemán extraño. La luna es cada vez más alta. Joaquín intenta terminar alguna canción pero sus dedos ebrios no se lo permiten, sus labios, solo emiten palabras en ingles hacia la canadiense. Aunque ella, como buena anglosajona, es fría y distante, el tiempo desaparece en aquel extraño lugar.
Ya es la mitad de la noche y Maxi no pudo soportar el vil alcohol y decide dormir sobre una silla yo me saco una foto con el. Luego de inmortalizar aquel momento eterno, Decidimos partir a buscar la felicidad, por las noches de la extraña y bohemia Córdoba. Caminamos entre en fresco césped ciudad. Martín y Pablo conversan con aquellas salvajes suecas, Tony sigue seduciendo con maniobras extraordinarias a la dinamarquesa, sin siquiera usar una palabra, joaquin llora en silencio por aquella canadiense distante, yo lo miro y lo entiendo.
Mientras hacíamos cola para entrar a aquella siniestra habitación, con música que algunos llamaban discoteca, observe el cielo violeta. Me di cuenta que las estrellas lentamente caían hacia nosotros y se convertían en relojes de agua, mientras la luna en su gloria se trasformaba lentamente en una naranja mecánica. Le notifique al camarada Martín sobre la situación y me respondió que era inevitable ya que en realidad, nuestra existencia no se desarrollaba en Córdoba sino en un cuadro de Dalí; no entendí a que se refería al terminar el dialogo, gritó proféticamente gloria al imperio.
En la discoteca, intente realizar una conversación con la dinamarquesa pero la verdad, que me aburrí, Tony siguió insistiendo, Martín, Pablo y Joaquín conversaron con aquellas suecas frígidas. La música del sur era cada vez mas fuerte, Martín comprendió el pensamiento consumista de las europeas y las abandonó en busca de princesas desoladas de la república separatista de Córdoba.
Entre botellas vacías de espumante barato busque una razón para amar, una muchacha de baja estatura justifico mi existencia, medio torcido, medio recto, encare hacia su presencia; sus ojos eran dos luciérnagas negras, su cabello negro y enrulado, mostraba un toque de poesía vulgar, su cuerpo estaba en las proporciones justas; se llamaba Camila. Hola, le dije con cierta estupida timidez, hola, me respondió ella. Ella inicio una conversación cómoda sobre la existencia, yo seguí sus pasos y me perdí entre el laberinto de sus palabras y el misterio de sus ojos.
Gloria al imperio- gritó Martín a una muchacha de ojos verdes y cabello color otoño. Buenas salenas- respondió la muchacha. Ambos se observan como dos criaturas extrañas no se entienden pero se comprenden, un acordeón en el parlante los invita a bailar, ellos responden como dos personas que buscan amor y se encuentran entre risas y sombras.
La muchacha de Dinamarca se apiada del desesperado Tony y una lengua europea entra por sus labios, Joaquín intenta consuelo, con una muchacha de cabellos rubios como la libertad en cuba, pero el amor y el placer deben ser solo uno para Joaquín, y no dos opuestos. Pablo libera su lujuria libidinosa frente a las suecas, estas se ríen incomodas pero encantadas.
La música se empieza a apagar, los guardias empiezan a amenazar y nosotros, los últimos anarquistas románticos de argentina, empezamos a amar. La luna cobarde empieza a desaparecer, Tony invita a su princesa europea al hostel, Pablo y sus dos suecas desaparecen en alguna cama, de algún motel cordobés. Martin besa a su princesa entre calles oscuras de Córdoba, mientras acaricia su suave piel; le pregunta su nombre y esta solo dice: soy una princesa comunista. Comprendo, comprendo, inflemos globos en el patio del hostel, y ella lo acepta con el orgullo estoico de todo poeta muerto.
En el patio del hostel, Maxi resucita entre las cenizas del alcohol y la ebriedad, observa a Martin inflar globos, pero este lo ignora, corre hacia la recepción y encuentra a Joaquín llorando en los sillones del lugar. Vamos a amar- dice Maxi, ya es tarde para amar, ademas vos no crees en esas cosas- responde Joaquín desesperado. Soy un hombre y tengo contradicciones, deja de llorar como un cobarde, vamos a buscar la libertad.
Es viernes son las siete de la mañana, Maxi y Joaquín deambulas por las ruidosas calles
de Córdoba buscando música, alcohol y un poco de amor. Sus pasos llegan a un lugar exótico y peligroso, paredes de vidrio, y carteles negros dicen “El RANCHO”. Gente con peinados raros y pieles exóticas esperan entrar. Entremos este es un lugar justicialista dice Maxi entre nubes y dudas. Pero es tan peligroso rezonga Joaquín asustado. En el peligro esta el amor compañero. Casi sin ganas Joaquín ingresa al lugar con Maxi. Una guitarra solitaria en el escenario marca un antes y un después en la vida de Joaquín. Has lo que tengas que hacer. Joaquín toma la guitarra y empieza cantar; sus ojos están cerrados por la tristeza, sus lágrimas muestran canciones perfectas. Al abrirlo miles de mujeres lo rodean y lo aplauden eufóricas. El no lo entiende, el esta sorprendido. Entre todas ellas, una canadiense, lo mira arrepentida y desolada. En no dice nada y simplemente la besa. Maxi bebe una copa de champagne y brinda por su amigo Joaquín. Luego, entre brindis y sonrisas, una pelirroja llena de fuego se acerca hacia sus labios; sus ojos son violetas como el misterio, sus labios carnosos como el pecado y su cuerpo, su cuerpo es dios. Maxi disfruta de aquella colorada revolucionaria y se siente un caudillo triunfante.
Son mil globos, es tiempo de irnos, ¿segura que queres acompañarme?, es un viaje de ida y no de vuelta, entiéndelo. Le dijo Martín a su princesa comunista. Lima quien no te conoce, no te estima- responde ella.
Las estrellas desaparecieron y ella me invito a su departamento. En su cama nos amamos entre besos y porros. Al despertar, yo estoy en un balcón desconocido tomando un café extraño, mientras en el cielo, observo algo extraño pero esperado, levanto la mano y lo saludo. a Martín, que abre los ojos, abraza a una princesa comunista y mira hacia abajo, entonces descubre lo impensable: El cielo, nubes extrañas y le susurra a su amor: pronto llegaremos a machu pichu. Lo saludo, el me saluda y yo se que no va a volver pero se que el imperio inca renacerá.
lukas 31 de mayo del 2008 enfrentando el otoño

1 comentario:

Tyana Fae dijo...
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