martes, 22 de noviembre de 2016

30 libros que hay que leer antes de cumplir los 30 por Lukas "numero 26 La filosofía y el barro de la historia de José Pablo Feinman"





Número 26 “La filosofía y el barro de la historia de José Pablo Feinman”
Porque la conciliación es el inicio de nuevos conflictos y cada respuesta quiebra una estructura que genera un nuevo abismo, porque nosotros que solo sabiendo quienes somos y negando sistemáticamente todo lo que han hecho de nosotros nos definimos como quienes queremos ser, necesitamos de una filosofía que se atreva a todo. El espíritu no se espanta de la muerte, tampoco del abismo oscuro que solo nos deja en un purgatorio de preguntas.
Pensemos nuestra existencia individual y colectiva como una negación de quien nos impone una verdad incómoda para nosotros pero cómoda para la hegemonía. Al mismo tiempo nos si nos reconocemos en una realidad situada particular, tendremos que pasar, aunque nos resulte incomodo, aunque nos golpee, por las palabras de Feinman.
Feinman entre canciones de tango, frases precisas, principios de la filosofía y oraciones brutales, navega por la concepción del sujeto desde un análisis cartesiano hasta llegar una descripción comunicacional de una persona que nunca ha abandonado su situación de alienación y alguna vez creyó superada.
Cuando la xenofobia se manifiesta  cerca nuestro y la desigualdad parece ser culpa de las minorías, nos planteamos la urgente necesidad de releer a descartes, de pensar en el ángelus de Benjamín, de resignificar la síntesis de Hegel desde una realidad latinoamericana situada, de entender el concepto de sujeto y  racismo de Foucalt, de reinterpretar la existencia y la libertad de Sartre.
A lo largo de la obra, la incómoda pregunta de que es la libertad se repite, pero una libertad no entendía desde un concepto liberal. Nos atrevemos a pensar la libertad desde una perspectiva crítica  que nos inquiere sobre la inminente necesidad de saber que hicieron de nosotros o que están haciendo de nosotros. Sartre dijo en el prólogo del libro los condenados de la tierra de  Fanon: “No nos convertimos en lo que somos sino mediante la negación íntima y radical de lo que han hecho de nosotros” sobre aquello reflexiona Feinman en su obra.



Aclaración: El listado de libros, no plantea una crítica literaria, es una reflexión personal de que significó para mí el texto en cuestión, cuando lo leí por primera vez.  De mas esta decir que bastantes de los libros del listado son obvios pero otros no.
El orden es arbitrario como todos los órdenes, ningún libro de los enumerados tiene una jerarquía por su calidad literaria sino que se basa pura y exclusivamente, en mi capricho personal, en los sentimientos que cada uno de los relatos despertó en mí. Espero que lean cada texto y que en cada palabra encuentren una respuesta o una incómoda  pregunta para estos tiempos de tormenta y crisis

viernes, 23 de septiembre de 2016

Notas en mi celular por Lukas









Lars and the real girl

Mi vida como escritor espero sea un poco mas digna como persona

Poema conjetural

Pijamasurf

Henry Texier Lelephant

Dios esta abajo no arriba

Cyrille Aimee

Dejarse ser para volver a amar

Si todo fuera un sueño

El éxodo de las mariposas blancas nos salva del olvido

Hijo de la globalización, poeta del ajuste, vio como todas las utopias explotaron. Desterrado del mundo que sus padres le regalaron, soñó con los mundos coloreados por sus abuelos. Naufrago en el caos de la vida hundió su nariz en cocaína. Rendido encontró el amor encontró el amor en una isla perdida de oriente, cerca de buda lejos de dios.

Si te ofrece un café te ama.

Sentado sobre el ferrocarril donde alguna vez viajó el hombre calvo, lee los diarios que describen un país maravilloso, pero en los clasificados no hay empleo.

Senza parole

Yo te quitaba el sueño y él las deudas

Macri gato

Nadie la esperaba, coqueteaban con ella, a veces la visitaban pero nadie la deseaba. Nunca estuvieron preparados aunque dijeran lo contrario.

Comprar forros

Love cupe

Boggie

La vida es un caos donde nuestras experiencias  son imágenes sembradas en nuestra memoria

Subcomandante Marcos y Perón hacen un asado

La mirada del adiós

No los recordarán, no levantarán ninguna estatua en su honor, no aparecerán en ningún libro de historia, no serán santos de ninguna iglesia

Memorias impuras

Pensó en todos pero no se acordó de ninguno

El corazón se viste de gusanos

Lucky o Camel ?

Efe tú Buyb

Esperanza Spalding

Luego de ver la luna roja caminé por lo que antes había sido La cañada. El olor de basura y muertos sobre el río me producía nauseas. En los bares los exiliados tomaban Nescafé y gritaban los nombres de sus compañeros desaparecidos. Sobre los edificios públicos miles de refugiados reclamaban asilo.
-Caballero, caballero, le cambió una historia por un cigarrillo.
Me dijo un linyera, Acepté no quería estar solo y la noche  roja me tranquilizaba. Saqué un Benson de mi bolsillo y lo coloqué en sus labios. Busqué el encendedor y le pregunté si el también escapaba.
-Si pero no de la guerra en Paraguay.

Macri gato

Todavía la extraño

Estabas allí bajo la niebla de invierno en la madrugada del lunes. Yo espera cumplir mi destino de todos los días. Eramos fantasmas perdidos en los gritos de la ciudad. No esperabamos nada pero nos encontramos. Vos pasabas de largo yo comenzaba el día. Nos miramos con los ojos  cerrados. Fue el mas hermoso aunque también el peor de todo. Desesperados buscamos, sin aire, una premisa para continuar.

Uso mucho la palabra Fantasmas,

Los gerundios me cagaron la vida.

El arte es una mierda.

miércoles, 21 de septiembre de 2016

30 libros que hay que leer antes de cumplir los 30 por Lukas "Número 27 “Llévame volando a la Luna de Daniel Salzano”





Número 27 “Llévame volando a la Luna de Daniel Salzano”
Sentado en alguna mesa de Soracabana, sabe que el café es como una lluvia de libertad, que Paul Auster es un tipo macanudo y el azar de la música debe ser algo del sueño Americano. Que para Flash Gordon la gran aventura era sacarle una sonrisa a Narda. Piensa en el ciudadano Kane que vive en Alberdi y es amigo del panadero que tiene un hijo poeta.
Camina por 39 escalones porque espera encontrar la luna luego de haberse fumado un cigarrillo en la boutique.  En el estadio jugó alguna vez como delantero el caballero Orson Wells que llevó a Talleres directo al cielo en 1984.
Salzano nos recuerda que Córdoba “esta llena de gente que ha dejado de volar”. Pero no nos pongamos mal, porque los hombres de Delillo creen que hay que ser muy cruel/ o muy tonto/ para ser feliz en este mundo.
Los cigarrillos, como amaba el tabaco Salzano, quizás tanto como a las mujeres y un poco más que el cine, quizás un poco menos que cañada, King Kong  y el corazón. Lo extraña tanto como Jairo extraña las letras del poeta. Pero nadie se entristece,  Salzano fue a dar la vuelta al mundo/regresa caminando por Deán Funes/ la calle de la woman, según nos dejó escrito en “Llévame volando a la luna”

A veces con las alas rotas camina por Boulevard Illia y sube la escalerita, pide un café, enciende un cigarrillo, recupera su Zippo. Los Zippo se abren con la onomatopeya de un revólver/y se cierran con el sonido de un tren/ lo siento Zippo. Luego de la primera pitada, de hablarnos de alguna película que no conocemos, nos recuerda que lo que lo vuelve apasionante es que la suya es una historia que no cansa/un hombre puede dejar de fumar/ de ir al cine/guardar los zapatos debajo de la cama/ pero no puede hacer nada/ con la historia que lleva en su corazón. 


Aclaración: El listado de libros, no plantea una crítica literaria, es una reflexión personal de que significó para mí el texto en cuestión, cuando lo leí por primera vez.  De mas esta decir que bastantes de los libros del listado son obvios pero otros no.
El orden es arbitrario como todos los órdenes, ningún libro de los enumerados tiene una jerarquía por su calidad literaria sino que se basa pura y exclusivamente, en mi capricho personal, en los sentimientos que cada uno de los relatos despertó en mí. Espero que lean cada texto y que en cada palabra encuentren una respuesta o una incómoda  pregunta para estos tiempos de tormenta y crisis



martes, 13 de septiembre de 2016

30 libros que hay que leer antes de cumplir los 30 por Lukas "28 El Principito, Antoine de Saint-exupéry”






Numero 28 “El Principito, Antoine de Saint-exupéry”

Uno no entiende como en tan pocas palabras, en  simples imágenes, el autor nos pregunta realmente quienes somos y luego nos hacer recordar, de manera continua, que nunca debemos entregarnos a la tentación de cerrar nuestras alas. Porque un piloto nos habla con su diminuto pero elegante personaje, lo importante de  emprender vuelo hacia lo que nunca conocimos.

Se trata de un niño, un pequeño príncipe de nuestras memorias, que abandona la comodidad para iniciar un viaje absurdo hacia mundos ajenos que en realidad son personas. Ni siquiera importa saber a dónde llegamos, tal vez se trate por primera vez, de saber todo aquello que dejamos. Solo deseamos encontrarnos a nosotros mismos.

El milagro sucede en cada voz que descubre el principito, en cada historia que se repite en la congoja de seres que olvidan lo esencial. El principito lo confiesa “Lo esencial es invisible a los ojos”

Si pensamos que la amistada es una mentira, que el amor no existe, que lo importante es gobernar un planeta abandonado, contar estrellas indiferentes a nuestra soledad, trazar mapas de mundos que nunca visitamos, nos hemos olvidado de lo importante y nos escapamos.


El joven príncipe se escapa de su rosa porque ya no la soporta, siente lastima por seres que no aprecian la belleza de una rosa. Aunque en su éxodo voluntario descubre que ella con todos sus caprichos, con todas sus soledades era quien sostenía su mundo. 

Aclaración: El listado de libros, no plantea una crítica literaria, es una reflexión personal de que significó para mí el texto en cuestión, cuando lo leí por primera vez.  De mas esta decir que bastantes de los libros del listado son obvios pero otros no.
El orden es arbitrario como todos los órdenes, ningún libro de los enumerados tiene una jerarquía por su calidad literaria sino que se basa pura y exclusivamente, en mi capricho personal, en los sentimientos que cada uno de los relatos despertó en mí. Espero que lean cada texto y que en cada palabra encuentren una respuesta o una incómoda  pregunta para estos tiempos de tormenta y crisis

viernes, 2 de septiembre de 2016

30 libros que hay que leer antes de cumplir los 30 por lukas "29 La Virgen Cabeza"






Número 29 “LA VIRGEN CABEZA, GABRIELA CABEZÓN CÁMARA” Eterna cadencia
Cuando leemos la sinopsis de la historia, tenemos la tentación de pensar que se trata de otra novela escrita por unx pequeñx burguésx. Donde le voz de las villas miserias se grita  desde su propia imaginación. Otro rico idealizando a los pobres. En cierta forma lo dicho es una verdad a medias, solo una parte de una historia mucho más abrumadora.
En la novela se relata el amor, la violencia que se expresan entre los cuerpos de Quity cronista de policiales y Cleo, travesti que escuchó la voz de la virgen y sueña con conocer a Susana Giménez para así liberar a los pibes del paco.
Quity pertenece a la clase burguesa universitaria y progresista de Buenos Aires. Sin notarlo, se obsesiona de manera enferma con lo que sucede cerca del mundo de Cleo. Ella al escuchar la voz de la virgen,  organiza su barrio y sueña con la emancipación de sus vecinos, rateros, trans y obreros. De manera inmediata el paco y la policía dejan de acosar el barrio de Cleo.
Algo tácito, una constante tendencia hacia la muerte, se dibuja en los escritos de la periodista.  En la vereda de enfrente, las palabras de Cleo expresan una voluntad de vida absurda, guiada por las órdenes de la Virgen.
Ambos personajes explotan en las sabanas y mientras viven su sexualidad, transforma el pequeño mundo en el que respiran. Los valores de un Estado Patriarcal y católico, desaparecen en una comunidad que tiende hacia una idea colectiva. Lo que lleva a que los prejuicios sean puestos a un costado.
A lo largo de la novela la tensión entre ambos personajes crece y se vuelve en cierta forma insoportable. Quity idealiza creaciones mentales que hace de Cleo, pero al mismo tiempo sospecha de su cordura y  ansia ver el caer de la muerte igual que una lluvia entre tanta sequía. Cleopatra ve a Quity como una persona extraña (escapada de un novela policial) capaz de imaginar lo inexistente, de idealizar una historia que de por sí es fantástica. La periodista, desde los ojos de la virgen, olvida las voces de sus discípulos y solo reproduce su voz burguesa vestida por palabras de academia.
Los hechos no se escriben de manera lineal, un caos de interpretaciones llevan a un final esperado por todos los personajes. Aunque sea el mismo, no significa lo mismo para Quity, Cleopatra, la virgen y sus discípulos, cada uno lo respira desde la locura de sus sueños.
El lenguaje testimonial, colegial y literario se entrelaza en una historia entretejida con muchas historias. Sucede que lo extraordinario, a veces lo cotidiano, se mezcla con el andar diario de periferias olvidadas por el Estado, o solo recordadas como enemigos potenciales.
La única figura estatal importante reflejada a lo largo de toda la historia, es la institución armada. Si la educación no existe, si la salud ni siquiera es una posibilidad, la organización barrial parece una respuesta frente al concepto construido por los medios.
La magia, pero no pensada como algo puro sino como algo crudo, violento, diario y la necesidad de redefinir el sexo, plantean prácticas políticas que quiebran un Estado absoluto. La Virgen Cabeza con su narrativa colegial aunque intensa, nos arrastra hasta la última página para hundirnos en un abismo del que no podemos salir.

Aclaración: El listado de libros, no plantea una crítica literaria, es una reflexión personal de que significó para mí el texto en cuestión, cuando lo leí por primera vez.  De mas esta decir que bastantes de los libros del listado son obvios pero otros no.
El orden es arbitrario como todos los órdenes, ningún libro de los enumerados tiene una jerarquía por su calidad literaria sino que se basa pura y exclusivamente, en mi capricho personal, en los sentimientos que cada uno de los relatos despertó en mí. Espero que lean cada texto y que en cada palabra encuentren una respuesta o una incómoda  pregunta para estos tiempos de tormenta y crisis

martes, 30 de agosto de 2016

30 Libros para leer antes de cumplir los 30 por Lukas "30 El libro de los abrazos"







Numero 30 EL LIBRO DE LOS ABRAZOS, EDUARDO GALEANO
Si en la primera página de un libro se lee “RECORDAR: Del latín re-cordis, volver a pasar por el corazón” preguntas que ya habíamos olvidado vuelven aparecer y nos recuerdan la importancia de permanecer en este mundo, de existir, de respirar, de estar vivo pese a todo.
Pensamos que tal vez en cada micro cuento, en cada micro historia deberíamos volver a ver al mundo, porque hace mucho que nos olvidamos de las estrellas. Si eso sucede, todo aquello que nos destroza, que arruina nuestra salud espiritual y mental y que no es normal, lo asimilamos como si siempre hubiera existido. Lo que significa que nos acostumbramos a llorar y ya no levantamos ni un puño, ni nos indignamos por la violencia, ni volvemos a amar, aunque suene cursi.
Galeano sabe que su universo, sus demonios, sus dolores, se hayan en una América negada por la gran historia, en cada campesino que levanta su voz.  Crónica breve que se expresa sobre las ciudades que tanto conoce y ha respirado. En sus historias los protagonistas son los nadies de siempre, los que nunca nadie escucha, los que el gran relato ignora.
La vida se presenta muchas veces como un huracán de emociones, de cataclismos que por absurdos que parezcan, destrozan todo aquello que alguna vez creímos verdadero. Cuando nuestras verdades universales se evaporan frente a la primera tormenta, nuestra forma de ver el mundo se transforma y quizás todo nos duela un poco menos o un poco más.
Los personajes del libro de los abrazos muestran lo inestable de nuestra vida en hechos mínimos, en relatos que en apenas dos párrafos describen sus grandes odiseas, sus utopías propias mientras la vida les pasa por enfrente sin pedirles permiso.  Porque Galeano junto a los nadies que se cruzaron en su ruta, en una página nos hacen reír, en la siguiente dudar, en la tercera lloramos y en la cuarto volvemos a reír sin darnos cuenta.

La América dulce pero violenta que se  dibuja en todos los relatos, revive no solo en tierras cubiertas de injusticia y resistencia o en cada cura que desafía a Dios, sino en todos aquellos que abandonan su patria para llorar  en tierras donde se hablan idiomas que no conocen. No importa si se trata de un exilio político o un exilio económico, los nadies con sus particularidades, con sus miserias y sus grandezas, sienten la misma pena y saben que  “no son aunque sean, que no hablan idiomas sino dialectos, que no profesan religiones sino supersticiones, que no hacen arte sino artesanías, que practican cultura, sino folklore, que no son seres humanos, sino recursos humanos, que no tienen caras, sino brazos, que no tienen nombre sino número, que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local”. Escribe Galeano y después nos llena los ojos de agua, de eso se trata el Libro de los Abrazos.

Aclaración: El listado de libros, no plantea una crítica literaria, es una reflexión personal de que significó para mí el texto en cuestión, cuando lo leí por primera vez.  De mas esta decir que bastantes de los libros del listado son obvios pero otros no.
El orden es arbitrario como todos los órdenes, ningún libro de los enumerados tiene una jerarquía por su calidad literaria sino que se basa pura y exclusivamente, en mi capricho personal, en los sentimientos que cada uno de los relatos despertó en mí. Espero que lean cada texto y que en cada palabra encuentren una respuesta o una incómoda  pregunta para estos tiempos de tormenta y crisis

martes, 12 de julio de 2016

Si quieres conocer una cultura camina sus calles, por Martín Zinclair La Plata

Mientras suenan las metafóricas letras del Indio y algunos bocinazos entran por la ventana, un colectivo acelera la marcha y miles de personas caminan las calles esquivando baldosas flojas y bicicletas que andan por la vereda, tantas historias como segundos transcurridos en un rincón del mundo, sucumbido a la vorágine constante que se manifiesta velozmente en el espacio público. Espacio que implica una construcción viva, dinámica, cambiante, donde se producen intercambios tanto materiales como simbólicos por parte de los individuos que lo habitan.

Pero estas relaciones no se dan de manera armónica, sino que por el contrario existen tensiones en lo que respecta a significaciones y puntos de vista, actitudes y límites, y los demás aspectos que se pongan en juego dentro de ente marco de intercambio. Todo este entramado surge al considerar a las personas tanto como productores, protagonistas y a su vez, público.

Es decir que, con nuestras intervenciones, transformamos la realidad que nos engloba y somos transformadxs al cambiar nuestros esquemas para percibirla. Incorporamos o deshacemos elementos, ya sean signos o materiales, como componentes organizadores necesarios para interpretar el mundo que habitamos y del que somos parte. Se da entonces un proceso de apropiación constante y resignificación continua tanto de la esfera en la que estamos inmersos como de nosotrxs mismxs.

Es el tan conocido sistema capitalista, en sus múltiples encarnaciones, el que se hace presente en todos los ámbitos de la vida misma. Las desigualdades de este sistema en cuanto a medios de producción y representación, se manifiestan en la economía, la condición social, la conciencia colectiva, el ámbito cultural: todas aristas de un entramado de significaciones que nos condicionan como individuos, pero que no nos determinan.


Según el teórico y crítico de la cultura José Luis Brea “es en el campo cultural donde se desprende la mayor batalla, entendiendo que ante la desopilante diferencia entre modos de producción y consumo, la revolución es ahora inmaterial”. Es decir, serán los propios posicionamientos de los actores de la cultura, los que a través de su obra –generalmente desde la autogestión y la resistencia- deberán generar mecanismos para interpelar a una sociedad dormida, generando la pregunta, floreciendo la conciencia crítica, expandiéndose como reguero de pólvora para explotar y armar el mundo nuevo sin opresorxs ni oprimidxs.


Me voy corriendo a ver, que escribe en mi pared, la tribu de mi calle
  
Existe entonces una cultura opresiva, legitimada por instituciones y organismos que buscan en esa herramienta el control de los pensamientos, induciendo a través de los medios propagandísticos lo válido y correcto, marcando a su vez los límites de la imaginación que pretende adormecer.

Claro que también, desde las grietas de este feroz sistema, se alza una contracultura que busca desde la resistencia, generar perspectivas críticas aludiendo a los conflictos sociales, visibilizando y cristalizando problemáticas propias de los contextos donde se desarrollan. Invitan de esta manera  a generar un sentimiento de pertenencia y desenmascarar una iniciativa opresora, aflorando la pregunta con mecanismos activos, otros modos de lectura, disputando sentidos para actuar sobre las situaciones y transformarlas.

 Este paisaje fugaz es constitutivo de las personas. ¿No utilizamos acaso como referencia alguna esquina pintada? ¿No nos identificamos con las frases de rock plasmadas en las paredes por algún personaje anónimo? ¿No nos sensibilizamos, identificamos acaso, con el discurso de algún mural que nos interpela con su contenido? ¿Nunca más te llamo la atención una baldosa blanca entre tantas flojas?

El carácter mutante del espacio público da constancia de la diversidad que en él confluye. Esta multiplicidad de sentidos se ve reflejada en diferentes géneros y técnicas que conviven, aunque en términos artísticos no haya una mejor que otra, sino que se diferencian por las subjetividades que las interpretan. Diferentes estilos que contrastan unos con otros conformando géneros expresivos diversos, dando cuenta de las múltiples realidades, tantas como intérpretes existen.

Ejemplo de ello, se observa en las inmediaciones de Plaza Rocha un fenómeno en constante nacimiento, tal vez nunca previsto por su fundador. Letras, stencils, tags, esculturas, pegatinas, monumentos, reivindicaciones y figurones que tienen como epicentro, la Facultad de Bellas Artes.

Si bien es un universo en sí mismo, no debe dejar de salir a la calle y llevar a la praxis constante su plan de estudios orientado más hacia una mirada latinoamericana a partir del 2006 y ya no eurocentrista. Cuenta con la carrera de Artes Plásticas y sus orientaciones en Escultura, Escenografía, Grabado, Dibujo, Cerámica y Muralismo y Arte Público Monumental. Esta última, es sin dudas una conquista histórica luego de haber sido cerrada  por la más atroz de las dictaduras militares en 1976, por ser un medio de comunicación masivo.

El arte público tiene la particularidad de construir imaginarios, interpelando la cotidianeidad de las personas, a su vez, inviste identidad colectiva, mediante un proceso donde se gestan los sentimientos de pertenencia de distintas personas, cada cual con sus particularidades. Resulta entonces inevitable, al transitar la ciudad de La Plata, no notar las diferentes manifestaciones artísticas.

Uno de los principales exponentes de este suceso que traspasa lo artístico para convivir con lo sociológico como fenómeno en plena expansión, es Luxor, quiense define como un artista popular, que pinta sobre cualquier soporte, pero preferentemente ve en los barrios y en las casas la oportunidad para dialogar con las personas, construir en reciprocidad mediante el diálogo. Entrar en contacto directo, compartir momentos e historias de vida. Deconstruir la realidad como así también a los sujetos. Y vaya que lo logra.


Para Luxor, que se llama Lucas, su obra responde a un proyecto. Busca construir de manera colectiva, dándole a través de su amplia gama de colores, voz a lxs que muchas veces han sido calladxs por la brutalidad del sistema. Es una clara forma de disputar sentido: busca generar una pintura popular, desde la bases, compartiendo su experiencia y nutriéndose de la otredad. No se siente para nada un iluminado, por el contrario, cree necesario el encuentro con cuantas personas sensibles y piolas sienten y pueden encontrarse en un acto de amor y representatividad a través del arte popular que ambos factores llevan adelante. Hacia el futuro.

Otra experiencia de gran valor y característica de la ciudad, que disputa el espacio público, es la realizada por la Asamblea Vecinal Parque Castelli. Nacho Bogino, artista público y miembro de la organización, que surge desde la humedad que dejó el fatídico 2 Abril y la desidia del Estado, relató: “Hubo necesidad de agruparse. Con otros artistas como Carlos Franchimont y Mili Martínez como parte de la comisión de arte, propusimos al resto de las comisiones la realización de una escultura en la esquina de 65 y 26: Primer homenaje desde y hacia los vecinos afectados. Sin embargo la catarsis continuaba y la Asamblea se agrandaba”.

Nacho continúa su relato y agrega que fue el boca en boca y el casa por casa, la herramienta para nuclearlos, “se marcó hasta donde había llegado el agua en cada hogar y el espacio público mutó contando múltiples visiones de una misma historia.”



martes, 14 de junio de 2016

Abrí los ojos y te perdí en Santiago (crónica apresurada de Chile) por Lukas



I.

Antes de perderme en la ruta, de contar las estrellas en el cielo, de fumar un cigarrillo frente al Pacífico, pero después de comprar papas, golosinas y preservativos a precios mayoristas, descubrí que las ruedas del colectivo estaban muy bajas. No soportaron tanta carga y se refugiaron en el taller de la empresa.
Los pasajeros toman aire aunque llenan sus pulmones con nicotina e insultos a los choferes, alguno incluso amenazan llamar a Cadena tres. A lo lejos, unos artesanos se alejan y calman la ansiedad con posiciones extrañas, los envidio. Intento conversar con mi compañera de asiento que enojada habla del universo y el sur de chile. Así comienza este viaje improvisado.

Dos horas más tarde, con cinco cigarrillos menos, rodeado por la ruta, hablo con Teresa. Ella tiene 25 años y una niña que la espera en Mendoza. Se divorció joven, luego entró a trabajar en una mercería. Vivió siete meses acompañada por sus miedos hasta quedarse encerrada en los laberintos de la depresión. No podía estar sola, extrañaba a su familia. Habló mil veces de cuanto necesitaba a su familia, mil veces.
En una mañana de Enero, Teresa conoció a un “negro de Sudan” según sus palabras y la vida volvió a interesarle. Aparecía todos los días en el local donde ella trabajaba, la conquistó por cansancio, según sus palabras. Ahora, viven juntos mientras venden carteras en la ancha  geografía de un país llamado Argentina.
Ella regresaba del festival de Jesús María, durmió poco en un hostel sucio. El negro de Sudan estaba en las grutas: “En esta época se vende mucho por allá” me explica para después decirme que es tarde y tiene sueño.
 La mañana me descubre desprevenido sobre lo que es o fue alguna vez Mendoza. Ciudad de trolebuses viejos, calles sucias y un sol que arde sobre el pasto, denuncian la fotografía de un lugar consumido por el tiempo. En mi bolsa de tesoros, un paquete de galletas oreos promete ser mi desayuno y almuerzo.
Superadas las aduanas que parecen eternas, luego de haber recorrido la cordillera en caminos de asfalto, se presenta lo que promete ser Santiago de Chile. En el lado derecho de la ruta, la cordilla dibuja colores de tierra mientras que en el lado izquierdo, se pinta un río protegido por montañas y flores amarillas.
Cerca del agua, bordeando las rocas, se dibujas las vías del ferrocarril, pero no están abandonadas, ni son el rastro del pasado como en mi tierra. Sobre ellas, avanza un tren cargado de misterios que no comprendo.
Sobre la urbe, los edificios viejos son cubiertos por tiendas comerciales y rascacielos vacíos que definen un barrio llamado Providencia. El desembarco sucede en una terminal de ómnibus igual a cualquier otra terminal latinoamericana, pero con Mc Donald, local de electrónica y casas de cambio oficial.

II.

En Santiago abundan  vendedores ambulantes que en lugar de ofrecer medias, lentes baratos o películas piratas, venden chipis, tarjetas de memoria, cargadores portátiles, auriculares entre otras maravillas tecnológicas.
Dos ciudades se disputan el mismo espacio, abajo el subte, el orden, la limpieza precios extranjeros (viajar en subte cuesta 740 chilenos, un dólar) Arriba linyeras, carabineros, banderas del che, imágenes de Pinochet y una estatua de Salvador Allende. Todo explota pero todo se sostiene.
Sobre Avenida Libertador se levanta  la Fortaleza de Santa Lucía: Un foco de resistencia frente al avance Español. Ahora, cuando cae la noche, travestis ofrecen su amor, adictos a la cocaína gritan y entre escaleras abandonadas,  banderas de chile son levantadas por hombres de barba que piden cigarrillos.

III.

La luna en Avenida Libertador ilumina lo que el sol esconde por los ruidos de una urbe que siempre estalla pero nunca se destruye: Un Mc Donald que vende sobras a linyeras que se lo regalan a sus hijos. Los mismos pobres venden toda la noche comida frita frente a las persianas bajas de Falabella.
El Cerro Santa Lucía termina donde comienza el centro cultural de Santiago donde comienza una calle llamada Lastarria. El diluvio continuo de Santiago cubre Casonas viejas transformada en bares alternativos, calles de piedra, murales y luces amarillas. Vendedores callejeros exponen libros viejos de Neruda, algún libro de autoayuda y pedazos de papel que antes fueron best seller.


Me siento en un bar llamado utopía donde para pedir cerveza antes tengo que pedir comida. No tengo mucho dinero, pero en Chile hasta en local más abandonado por Dios, acepta tarjeta. En la mesa de al lado, dos mujeres rubias hablan en inglés.
Los bares cierran a las once pero la ciudad no duerme. Vendedores ambulantes todavía ofrecen comida, algunos cocaína y hasta cerveza. Los amantes se prueban en los bancos de Santa Lucía mientras otros fuman marihuana vestidos por una lluvia que parece nunca terminar. Los subtes cierran a la doce pero los colectivos no se detienen y continúan su camino hacia la nada.

IV.

Amanezco más o menos temprano, el aguacero no termina. Bordeó el río, cruzó plaza Italia y me detengo bajo la universidad de derecho, en barrio Bella vista. Calle constitución es rodeada por bares, ahora cerrados, que de noche ofrecen bebidas espirituosas a estudiantes dispuestos a cambiar el mundo, coger o emborracharse para olvidar su pasado. Tal vez, algunos valientes realicen todo al mismo tiempo en una noche desesperada.
Constitución termina donde comienza el museo Pablo Neruda. La primera de tres casas que tuvo el poeta, la cual llamo “La Chascona”. El poeta se enamoró de varias mujeres aunque se entregó a los cabellos despeinados de Matilde  que en quechua significa Chascona.
Neruda pensaba que las copas debían ser de colores porque hasta el agua se veía divertida. El sueño terminó, cuando Pinochet robó el poder. Pablo se entregó a su enfermedad y deseo morir en su casa.
Los mercenarios de la dictadura destruyeron su hogar y amenazaron a Matilde. Ella, hizo lo que cualquier otra persona hubiera hecho, transformó el velatorio de Neruda en el primer acto de rechazo a la dictadura de Pinochet. Fue una de las  primeras mujeres, personas, que se opuso abiertamente al gobierno.
“La chascona” se transformó en un barco naufrago bajo la violencia de un Estado que en total torturó, secuestró y asesinó a 40000 personas, de ellas 3065 están muertas o desaparecidas entre septiembre de 1973 y marzo de 1990, según el informe realizado por la comisión Valech.
El informe realizado durante la presidencia de Piñera, fue criticado por Organizaciones de derechos humanos ya que la comisión Valech rechazó más de 22 000 casos. La moneda guardó silencio frente a los resultados. Atrás queda Neruda aunque todavía no me olvidó de 40000 personas que ahora me acompañan en mi ascenso hacia el cerro San Cristóbal.

V.

El sol aparece, después de todo, comienzo mi ascenso a pie hacia la punta  del Cerro San Cristóbal. Camino a paso lento pero seguro, todo el sendero está marcado, a medida que me acercó a la colina los edificios de la ciudad se entremezclan con la cordillera. Torres de vidrios habitadas por franquicias, conviven con edificios viejos ocupados por estudiantes, empleados de comercio y miembros de la administración pública.
Mi andar es acompañado por familias y seres pegados a sus bicicletas elaboradas en algún país extranjero y lejano. La salud física es importante para los habitantes de Santiago, la bicicleta es el vehículo que más utilizan ya sea para proteger el medio ambiente o por el alto precio del transporte.
Sentado ya en la colina, rodeado de familias, lápidas que se levantan a cambio de sumas de dinero a la iglesia, la infraestructura de Chile no deja de sorprenderme.  Desde el Cristo se observa la torre más alta de Latinoamérica que es un shopping y un centro de oficinas. Sin embargo en los últimos años, pese a que ha disminuido el desempleo,  aumentó la demanda de empleados de cocina, comercio y construcción y disminuyó la demanda de empleo clasificado. Lo que en el mediano plazo significa un estancamiento del trabajo.

VI.

Mareado por los edificios, aturdido por el ruido, vuelvo hacia el corazón del monstruo, vago por calles vestidas con basura, linyeras y turistas extranjeros, el azar me conduce hacia el palacio de la moneda, hacia el centro cultural Palacio de la moneda y plaza de la ciudadanía. Se trata de una galería construida debajo de casa de gobierno. A parte de precios inflados para extranjeros, galerías de arte hípsters y fotografías que muestran el pasado próximo de chile, se encuentra un cine.
Los hilos del viajero errático me hacen notar que en chile se desarrolla un festival de cine latinoamericano y que en la sala proyectan Allende en su laberinto. Película donde se describen las últimas horas de resistencia del presidente, frente al avance del golpe de Estado perpetuado por Pinochet y Estados Unidos.  
Lo interesante no es ver al político en su laberinto, en sus miedos, en sus propias contradicciones, lo importante es observar a los espectadores luego de acabada la cinta. Sentados sobre las butacas tienen los ojos brillosos, se aferran al apoya manos, otros cubre sus bocas y se quedan horas pensando en todo lo que perdieron, en todos los que desaparecieron, en todo lo que pudieron ser y en todo lo que son. Dos estudiantes no dejan de ver el suelo. Una mujer esconde su rostro pero no calla el ruido ahogado de sus labios. Allí en  la diminuta sala de proyección construida debajo del Palacio de la Moneda, todo el pasado se refleja en los ojos de una dama  todavía joven pero muy cansada. Ella agobiada por los golpes de su historia, no puede levantarse de la silla.
Vuelvo a perderme en la ciudad y me dirijo hacia ese primer mundo ubicado debajo de la tierra llamado metro. Parto hacia el museo de la memoria. El edificio fue levantado por Michel Bachelet, en la primera parte se observan varios juicios de lesa humanidad desarrollados a lo largo del mundo; luego imágenes de Chile donde Pinochet asesinó o secuestro y se levantaron monumentos en honor a las víctimas.
La escalera me lleva hacia la sala principal que proyecta eternas veces, las imágenes de las fuerzas armadas chilenas destruyendo el palacio de la moneda. En diferentes auriculares se escuchan la radio de la época y las últimas palabras del presidente.

El museo se encuentra rodeado de artesanías que desarrollaban los presos políticos mientras esperaban su libertad o su condena. En un espacio se observan las cartas y dibujos enviados por niños a sus padres, más adelante la imagen de una mujer que fue encontrada violada y muerta al borde del mar. Siempre en cada sala, en cada espacio una persona llora. Es todavía tan joven la democracia en chile, en 1990 el pueblo volvió a elegir su presidente. En el recorrido se descubre la prolija persistencia de Pinochet por no recuperar la democracia, la complicidad de Estados Unidos y las personas que murieron sin entender muy bien porque. La Dictadura termina y los rastros de una desigual ciudad Latinoamericana se respiran en la urbe.

 VII.

A lo largo de toda la ciudad, el Estado siempre se encuentra presente, de una manera violenta, sugiere, ordena determinadas cosas a los caminantes. Lo hace sentir incómodo si es necesario, lo importante que la ciudad este limpie o que se levante la caca del perro, lo importante es el orden. La presencia constante de los carabineros nos hace imaginar una ciudad sumida en el deber ser, en la obediencia aunque entre las sombra, la resistencia se refleja en actos de vandalismo que pintan las paredes con declaraciones de libertad y Anarquía.
El Estado deseo neutralizar el problema con amenazas y humillaciones pegadas en las paredes, pero la resistencia respondió con más frases y aerosol, aumentaron los carabineros, las pintadas también. Cuando se entendió que en la violencia no se hallaba respuesta, se propuso desarrollar murales en las paredes abandonadas, nunca más fueron destrozadas. Los murales hablan sobre la integridad del cuerpo y la emancipación de la mujer frente al capitalismo del cuerpo.

En Santiago, el capitalismo del cuerpo se refleja en la cantidad de cabarets que se encuentran en la ciudad, en una cadena de cafeterías llamadas Haití donde mujeres con ropas apretadas y curvas pronunciadas ofrecen expreso, en bares escondidos en la zona financiera donde mujeres apretadas atienden y otra vez en cabarets escondidos en galerías de comercio. El sexo es una mercancía, el cuerpo una herramienta.
EL consumo no solo se expresa en la sexualidad se dibuja en malls, incontables malls que se descubren en cada esquina, mercadería importada y sin barreras, una droga adictiva para cualquiera que consume. Los electrodomésticos y la ropa de marcan son accesibles aunque la energía, el transporte, las autopistas y la nafta sean altas. Aquí Chile se asimila, se dibuja como cualquier otra ciudad perdida en los hilos del capitalismo, aquí tal vez mis palabras acaban.

Me hundo otra vez en aquel primer mundo llamado metro, hacia la estación pajaritos, mi próximo destino: Valparaíso, pero es otra historia.

lunes, 13 de junio de 2016

El problema no son las armas por Lukas




Si el humanismo ha muerto en esta época, la palabra se transforma en algo abstracto, incomprensible. Si olvidamos la humanidad de una palabra, olvidamos tal vez nuestra humanidad. Si usamos conceptos solo para estructurar elementos, nos deja de importar la comunidad en la que nos hallamos.

Entonces “el otro” con sus respiros y sus palabras, nos molesta, nos parece el responsable de todos los males que rodean una sociedad, en donde lo social es una palabra y el individuo una verdad. El que vive al lado nuestro, el que paga los mismos impuestos que nosotros, el que busca el sueño americano como nosotros, es una amenaza por una clasificación arbitraria de nuestra individualidad.

El quiebre social se expresa en un conjunto de valores que por ser irreales, nos parecen verdaderos, vemos en el pasado, en alguna frase suelta de una biblia que nadie conoce, una verdad universal. Nos atamos desesperados a una oración que no significa nada, pero reemplaza todo lo que nuestra humanidad antes contenía.

Una oración arbitraria constituye muros mentales, sociales, donde el otro es negado. Si nos molesta su forma de vida, si nos incomoda su lenguaje, si nos irritan sus valores, lo encerramos, lo aislamos. Pero al que negamos, al que aislamos, nunca deja de ser nuestrx vecinx, de comer en los mismos lugares, de visitar los mismos espacios, de usar el mismo transporte. Todo lo que nos repugna, todo aquello que construimos en nuestras menta estalla en una individualidad sociópata.

Nos aislamos y encerramos hacia el interior oscuro de nuestra mente, donde creemos que todo aquello inventado por nosotros, alguna vez fue  verdadero. Consumido por el odio, el sociópata busca una respuesta inmediata.

En tiempos donde nos encontramos conectados con medios, internet y redes sociales, pero desconectados del otro, e incluso del que duerme al lado nuestrx, la única respuesta posible es un show que genere impacto sobre los que están cerca y sobre los que miran. No importa si en el espectáculo se mueren personas, tal vez el morbo sea la única de forma de lograr una conexión social para un sociópata, un enfermo, un imbécil.

Tan aburrida, tan predecible se ha vuelto la vida en las clases medias desarrolladas, que solo ven la trascendencia en un video de internet, o en estar cinco minutos en la televisión sin importar el precio.
Ahora la violencia se expresa, cuando un ser trastornado, aislado, es incentivado por el propio Estado donde habita. En Estados Unidos comprar un arma es más fácil que acceder a medicamentos. Cualquier inadaptado, puede comprar en internet un rifle AR-15 semiautomático considerado arma de guerra.

En lo que va del 2016 hubo 133 tiroteos masivos con un total de 207 muertos. El domingo durante la madrugada, un desquiciado alimentado con prejuicios sostenidos por palabras arbitrarias que solo imaginan un mundo irreal, asesinó a 50 personas y 54 fueron heridas.

Los medios masivos del norte plantean que esto sucede por el libre acceso a las armas, por el lobby corrupto de la Asociación Nacional del Rifle (NRA). Es verdad, pero también podemos pensar que es tal vez, un discurso a medias.

Estados Unidos es uno de los pocos países desarrollados que tiene una tasa tan alta de personas cristianas, esto se debe a la pluralidad y diversidad de grupos religiosos que surgen en el país. No existe una religión centralizada como en Europa o América Latina. En números significa que el 73 % de los estadounidenses se identifican como cristiano. En sí mismo no significa nada, pero plantea una realidad donde la mayoría de los miembros de la corte suprema y del congreso son conservadores o Republicanos.

Es verdad que el responsable del hecho era de origen Islam pero el hecho en sí mismo no es una expresión aislada, se trata de una persona criada y nacida en Estados Unidos. Un sociópata no busca coherencia en su accionar, se trata de un individuo cualquiera que constituye una serie de elementos, palabras para crear su propio relato y justificar su actitud enferma. En esa mentira creada se entremezclan valores culturales propios y valores sociales de la cultura en donde se halla.

Ahora ¿Por qué florecen sociópatas en Estados Unidos? no debe haber una única respuesta. Si la posibilidad de encontrar diversos caminos que se explican por la historia de una sociedad que tiende a lo individual, a constituir comunidades aisladas, sostenidas y defendidas por el Estado.

Estados Unidos aparece como un conjunto de comunidades individuales que crean un gran Estado para defender sus intereses. Un Estado sostenido por el trabajo autónomo de su población blanca, según el relato oficial.

Pero el Estado fue levantado por la población esclava negra, mientras se masacraban las comunidades originarias, bajo principios puritanos. Todo aquel que no era blanco y puritano quedaba fuera del Estado pese a que sostenían y definían el Estado.

Hubo guerras civiles, hubo conflictos sociales, que luego fueron asimilados por las Elites Anglosajonas. Mientras esto sucedía, millones de culturas nuevas y expresiones humanas diversas se desarrollaron. Sin embargo, por dar un ejemplo, se aumentó en un 400 % el presupuesto tendiente a crear barreras para inmigrantes, pero no se disminuyó el gasto en armas.


Si un Estado sostenido en base a comunidades individuales y puritanas, se levanta bajo el sudor de todos aquellos que no son blancos y puritanos, aparece una red de sujetos sociales que ven en la palabra una individualidad y en la comunidad una utopía. El solipsismo florece en todos  migrantes que ahora sostienen el Estado pero no son reconocidos por la clase media blanca y puritana.

Todo aquel que no es blanco y puritano es un monstruo potencial que debe ser aislado. Al monstruo que usa un arma se lo asesina con otra arma, según el vicepresidente de la Asociación Nacional del Rifle.

El otro no existe, es solo un objeto, una herramienta de producción, un artículo desechable. Si quiera acabar con su vida le regalamos un arma. Si el monstruo asesina otro monstruo, se trata de un hecho aislado, no de una enfermedad social, aunque en  este año hallan muerto 207 personas.





viernes, 10 de junio de 2016

Utopías en tiempos de ruido por Lukas




Los ojos de León parecen cerrados aunque en realidad miran la herida de su hombro. No le duele pero imagina cuanto tiempo la sangre caerá sobre su cuerpo. El capricho de su alma se materializa en aquella cicatriz que todavía no cesa. Hunde el dedo en la bala. Se marea pero no le importa. Con el dolor recuerda lo importante de permanecer en el mundo.
Piensa en la posibilidad de comprender otra realidad, de  creer que los sueños son posibles. Nada es tan complicado, pero es un hombre de pocas ideas.  Solo se sintió libre, cuando decidió robar el banco.  Él, contador de la Universidad Nacional de Córdoba, no sabe la razón por la que decidió escapar con  cinco bolsas de dinero en su Renault 12.

̶ Lo hice porque estaba aburrido.

Se dice a sí mismo aunque no encuentra consuelo en sus palabras arbitrarias. Con los billetes planea realizar la revolución, que su padre troskista, carente de ideas, nunca consiguió. Rodeado de bolsas de dinero, no adivina su universo.

̶ No se trata de mi situación, se trata de la situación.

 Comprende mientras abre las ventanas del departamento y se ve como el Robín Hood de la provincia sudaca donde vive. Cuando reparta los dólares del capital, la multitud  lo amará incondicionalmente. Las representaciones de su mente son las únicas verdaderas. No existe otro final en el cuento de su vida.

Los billetes caen sobre Avenida Colón pero a nadie le importa. En la ciudad hay demasiado ruido. Un policía gordito, algo rengo -abstraído en su pancho- descubre los papelitos hundidos en la mayonesa.
León escucha las botas subir por la escalera. Está furioso, se equivocó como su padre y descubre que el problema no eran los papelitos, ni las ideas, el gran conflicto de la humanidad es la situación.

̶ Todavía no es tarde.

Murmura mientras vierte una  botella de alcohol sobre los  bolsones de dinero para luego arrojar el cigarrillo de la victoria. Un fuego glorioso lo abriga. Destruyen la puerta la policía lo rodea. Antes de entregarse, mientras baila la cumbia de su vida,  grita:

̶ Solo nos queda bizarrearla.


jueves, 14 de abril de 2016

Lunes de café, amores y puchero (cuatro historias) por Martín Perea










Lunes

Algunos días me gusta levantarme y pretender que soy otra persona. Un extraño en un cuerpo ajeno, que se robó mi cara y que parece recordar hasta el más mínimo detalle de mi vida. Y esos son los días buenos.


En un café 

Dante estaba muy enfermo. En realidad, estaba muy enamorado, pero era más fácil tratar a un paciente que a un romántico. Y mucho más fácil es tratar a alguien de loco. Según los testimonios de algunas enfermeras de aquél hospital psiquiátrico en Rosario, todos los viernes a las tres de la madrugada, Dante caminaba hasta el monumento a la bandera y se sentaba en las largas escaleras con un pedazo de pan que guardaba de la cena. Allí, cortaba trocitos y los tiraba a las palomas. Cantando canciones de Fito Paez, miraba a su amada Patria hecha estatua. Y ella ya no tenía un clavel en la mano.


Romeo y Julieta

Él nunca buscó nada, ella tampoco. Ella siempre lo evitaba, él nunca le dirigió la mirada. Nunca se conocieron. Él sufría por un amor pasado. Ella temía un amor futuro. Él, un loco sin remedio. Ella, un remedio para su locura. Él, un cuadrado perfecto. Ella, un círculo infinito. Ambos se cruzan en el semáforo de Maipú y San Jerónimo, intercambian miradas, se sonríen, y siguen caminando. Son el uno para el otro, pero no lo saben. Se olvidan en minutos, y la esperanza del mundo se derrumba de nuevo a la espera de otro amor.




Puchero

La tristeza es tanta que las gotas parecen caer de adentro. La ventana empañada por el vapor de la cacerola. En la cocina la abuela me cocina un puchero, capaz de hacer magia. Mientras busco un fundamento último para mi sentimiento, la abuela me dice: -Si se limpia bien profundo, la papa no tiene cáscara -  

Y me sonríe como si fuese una niña. Con una gota en la mejilla la abrazo tanto que me olvido si es lágrima o lluvia.




viernes, 8 de abril de 2016

Cristo por Lukas



“Hay en ese extraño caos que llamamos la vida algunas circunstancias y momentos absurdos en los
cuales tomamos al universo todo por una inmensa broma pesada, aunque no logremos percibir con claridad en qué consiste su gracia y sospechemos que nosotros mismos somos víctimas de la burla”
Herman Melville, Moby Dick.


Hijo de la globalización, poeta del ajuste, vio como las utopías prometidas explotaron y lo desterraron del mundo que a sus padres le prometieron; soñó con los paisajes que sus abuelos colorearon y naufragó por todas esas circunstancias, absurdas, caóticas que algunos llaman vida para luego perder su nariz en la cocaína que mil veces lo mareó. Pero cuando amaneció en la mañana de abril, bajo un aguacero insoportable que mojaba sus ventanas, y leyó otra vez el telegrama de despido, el pasado que el whisky, la cocaína y el dinero habían escondido, estalló frente al espejo donde se lavaba los dientes todos los días. Descubre las primeras canas, las primeras arrugas y se recuerda con los pies mojados en el río, recostado sobre el césped, con el sol en el rostro.

Su indemnización lo espera, pero no deja de pensar en su tonada del norte, en las siestas ausentes donde cazaba langostas junto a su hermano con las manos bañadas de caramelo. Escucha otra vez la radio que su abuela encendía mientras veía como las hojas de otoño cubrían la galería. Enciende un cigarrillo, mira el culo de una mujer que no conoce en la estación del subte y no se imagina que la sombra de un pasado que nunca se fue, hoy lo aturda con deudas pendientes.

Desciende en retiro pero huele el aire de la tierra húmeda que se agitaba cerca del lago donde iba a pescar con su hermano. Lautaro se aturde porque su camino no es el  de su inconsciente o su destino que es lo mismo. Cruza a la estación de enfrente y espera otra vez el subte. Enciende otro cigarrillo pero su boca recuerda el gusto del guiso que su abuela cocinaba los domingos de abril.
Sobre la fila del banco se encuentra con Camila luego de que recibe la indemnización, vuelve a mirar a Camila. Caminan juntos  y se sienta en un bar, cerca de constitución, donde toman una Quilmes con maní rancio y escuchan damas gratis mientras un gordo bajito les cambia  botellas vacías por llenas.

Durante la primera cerveza conversan sobre el pesado, en la segunda lloran, en la tercera se ríen. Cuando prueban la cuarta se tocan las piernas, las manos y en la quita sus lenguas se cruzan entre dedos hundidos y cuellos húmedos. Lautaro se ve sentado sobre la plaza del pueblo al lado de su hermano mayor, comparten una caja de vino, de ese que ahora, veinte años después, nunca tomaría.
Salta la cerca de Parque Lezama junto a Camila. Vagan por el museo de Historia nacional, se esconden entre los arbustos y se refugian bajo un banco. Lautaro se desabrocha su pantalón para hundir su pene en la boca de Camila que espera sentada. Ella lo lame porque sin decir nada del ayer y tampoco del mañana. Lo lame mientras clava sus ojos en los ojos de él que la sostiene del pelo y no la deja respirar. Camila lo empuja hacia atrás y ordena:

—Por la cola.

 Lautaro la penetra mientras ella gime saciada por el dolor que seda su mente hundida en mierda. Por cinco minutos de violencia, el mundo desaparece. Esparce el semen sobre la espalda de ella, pero no deja de pensar en los baldíos donde corría junto a su hermano y en la cabaña que alguna vez levantaron en el algarrobo cerca del río.

—La vida.

Dice saciado con el pene en la mano. Camila todavía excitada con las piernas mojadas, Encuentra en el bolsillo izquierdo de su campera de jean, la bolsa de cocaína. La prepara sobre el banco húmedo por el sudor de los cuerpos desnudos. Busca un billete de dos pesos y aspira con su nariz izquierda. Lautaro se acerca, hunde su nariz en el ángel de la soledad que ahora recorre sus venas, que lo traslada hacia el camino de tierra que todas las noches recorría  para subir ebrio, con su hermano, al Cristo redentor.

Recuerda las sierras verdes que rodeaban la casona húmeda de su abuela, el gato ciego de la vieja, su primer beso en el Cristo redentor.

—Cristo.

Dice y se despierta junto al cuerpo dormido de Camila. Lautaro se masturba sobre la espalda desnuda de Camila, hunde su sexo sobre el cuerpo de ella que entre gemidos abandona el sueño de los enfermos para despertar en la pesadilla de los adictos.

—Basta.

Grita ella pero él le tapa la boca, ella lo muerde pero Lautaro no la suelta y solo se detiene cuando el esperma cae entre las piernas de ellas mezclado entre el sudor de dos personas olvidadas. Saciado con un cigarrillo en la boca, piensa en la primera etiqueta de Marlboro que compró al borracho del pueblo, en el bar que se  encontraba bajo el Cristo redentor.

—Cristo.

Repite mientras se abrocha el pantalón y despide de Camila con el silencio de la culpa y algo de cocaína en el bolsillo. Aspira el ángel de las alas perdidas en la puerta del ascensor. Siente como el santo baila por sus arterias hasta estrellarse en su mente y explota en incontables dosis de dopamina que dilatan su pupila. Mira como las luces de la ciudad lo amenazan igual que el policía del pueblo, cuando lo descubría borracho sobre el Cristo.

—Cristo, Cristo, Cristo.

Repite y se duerme pero no detiene sus pasos. Abre los ojos sobre la ruta donde las estrellas son el único testigo, no pregunta nada aunque se imagina la noche donde todo cambió. Cuando ebrio con una botella de ginebra escaló el Cristo. Imágenes confusas se presentan en su mente: El olor húmedo del pasto, el puente que cruza el arroyo,  el sol que se esconde entre las sierras del valle, el olor a torta fritas sobre el delantal de su abuela, la cocaína, su hermano. La bocina de un camión lo arrastra  a un presente brutal construido de autos, asfalto y una Catedral de mil años levantada en el centro de Catamarca.

Lautaro hace la señal de la cruz frente a la iglesia, se arrodilla en el altar pero su pasado lo encierra,  lo golpea, mientras la dopamina de su alma reclama al ángel. Su sangre sin cocaína revive la noche en que escaló el Cristo junto con su hermano Daniel, llovía y estaban mareados por el alcohol.  
Daniel pisa mal una piedra y el abismo lo abraza, Lautaro estira su mano pero no llega. Su hermano se pierde en la oscuridad. Fue un entierro sin cuerpo pero cubierto de murmullos y voces. Se despierta en el presente sentado en la plaza al lado de un linyera que le pide cigarros y monedas de un peso.

—Pronto todo acabará.

Murmura Lautaro mientras ve como las luces de la ciudad explotan pero no le importa. Camina entre las montañas, enciende un cigarrillo. Recuerda los gritos de su madre pero sobre todo, el silencio de la abuela. Después de la muerte de Daniel la abuela ya no cocinaba. El único ruido  en la casa, eran los maullidos del gato sentado cerca de la vieja. Los años se movieron,  rosas negras crecieron en los brazos de la abuela, nunca más alimentó su alma rendida, nunca más se levantó de la mecedora. Solo abría los ojos para esperar todos los días la muerte. Cansada ya no soportó verla sufrir tanto y se la llevó mientras dormía. Dos entierros en cien días.

En el pueblo de Rodeo sus pies ensangrentados son abrazados por la soledad y el frio. Ve al Cristo en la sombra del atardecer naranja dibujado entre las sierras del valle. Las manos amarillas por la nicotina, su barba crecida, su aliento a tabaco viejo, ascienden por el camino hacia  la cima. Se descubre frente al ídolo de cemento, rodeado de rosas, promesas de papel colgadas en el alambrado. Las Rosas se marchitan de tanto esperar milagros perdidos en el universo. Salta el alambrado: desde la cornisa, Rodeo parece un monstruo dormido a la espera de su muerte. Llueve. Salta con los ojos clavados en el cielo y grita:

—Estamos a mano hermano.

El viento lo arrastra hacia el cerro y golpea su cráneo contra las piedras, la sangre mancha los árboles.  Pierde la conciencia, gira en la oscuridad como Daniel. El cuerpo se golpea sobre el cemento viejo. El cielo se despeja, los ojos de Lautaro se abren doloridos, acaricia las cicatrices de la piel.

—Todavía no estamos a mano.

Le dice su hermano al oído.

—Quizás la décima vez sea la vencida.

Piensa Lautaro, sacude el polvo de su ropa y vuelve a Buenos Aires con el paso lento, necesita más dinero y la cocaína se acaba.